Mateo 5:17

I. Un cumplidor y un destructor. Primero comprendamos claramente la diferencia. (1) Míralo en la naturaleza. ¿Cuál es el poder verdaderamente majestuoso de la tierra? Seguramente no destrucción. Existen tales fuerzas, pero el pensamiento sobre el mundo que hace que esas fuerzas parezcan las fuerzas venerables y admirables, las fuerzas a las que se debe rendir culto y admiración a los hombres, sería horrible. Son las fuerzas de la realización, las fuerzas que siempre están empujando cada proceso hacia su plena actividad, desplazando a cada ser y estructura a su más completa realización de sí mismas, las fuerzas de construcción y crecimiento: estas son las verdaderas fuerzas vitales del mundo.

(2) Ve más allá y piensa en lo que el hombre hace a sus semejantes. Tu hijo, tu erudito, tu siervo: puedes cumplirlo o puedes destruirlo. Hay algunos hombres que llaman a lo mejor de sus hermanos en todas partes. Hay hombres en la historia cuyo trabajo entero ha sido de este tipo. Hay otros hombres cuya misión es destruir. Las cosas que destruyen son malas y deberían ser destruidas, pero no obstante, el resultado de la obra de tales hombres es para descorazonar y no para animar. (3) La realización en sí misma implica destrucción. El cumplimiento de lo bueno implica la destrucción de lo malo.

II. Note cómo el método de cumplimiento, a diferencia del método de destrucción, es, y siempre ha sido, distintivamente el método de la fe cristiana. El cristianismo desde el principio adoptó el método de realización para su propia propagación. Cristo viene a darnos entusiasmos divinos, amor celestial. Pero no son cosas tan extrañas y antinaturales las que Él les daría. Es como las posesiones legítimas de nuestra naturaleza humana, como las posesiones que, inconscientes, no desarrolladas, ya son nuestras.

La realeza de la naturaleza que el lado humano de la Encarnación declaró como la vida posible del hombre, el lado Divino de la Encarnación, hace que sea la vida real de todo hombre que realmente entra en su poder.

Phillips Brooks, Veinte sermones, pág. 210.

Referencias: Mateo 5:17 . JC Jones, Estudios en San Mateo, pág. 111; C. Morris, Preacher's Lantern, vol. iii., pág. 688; R. Lee, Sermones, pág. 388; JM Wilson, El púlpito anglicano de hoy, pág. 356; SA Brooke, Cristo en la vida moderna, pág. 31; GS Barrett, Trescientos bosquejos del Nuevo Testamento, pág.

8; S. Macnaughten, Real Religion and Real Life, pág. 221; H. Wonnacott, Christian World Pulpit, vol. xiv., pág. 94. Mateo 5:17 . Parker, Vida interior de Cristo, vol. i., pág. 166; J. Oswald Dykes, El Manifiesto del Rey, p. 52; HW Beecher, Christian World Pulpit, vol. xxix., pág. 280.

Mateo 5:17 . W. Gresley, Parochial Sermons, pág. 147; J. Oswald Dykes, Las leyes del reino, pág. 3; Ibíd., El Manifiesto del Rey, p. 203. Mateo 5:18 . Spurgeon, Sermons, vol. xxviii., núm. 1660.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad