Romanos 7:14

Dualismo en la vida.

I. Este es el lugar más antiguo de esta epístola donde los dos términos "carne y espíritu" aparecen en claro contraste, con el peculiar sentido ético conferido el uno por el otro. En el próximo capítulo los encontramos en constante uso, como palabras clave de su argumento. El punto de San Pablo aquí es que la ley de Dios participa de Su propia naturaleza. También es espiritual. Refleja el carácter divino, porque expresa la voluntad divina y, por tanto, entre ella y la naturaleza del hombre, como es el hombre ahora, se mantiene precisamente la misma incompatibilidad que nuestro Señor afirmó entre lo que nace de la carne y lo que nace de la el espíritu.

En este triste cuadro final de su propia experiencia, incluso después de que su mente se haya reconciliado con la ley, San Pablo se ha convertido en un espejo en el que los hombres de ferviente santidad y hábitos de auto-escrutinio se han visto reflejados en todas las épocas. Tal dualismo interno, tal lucha de contrarios, tal impotencia comparativa para realizar el bien que proponen, son características permanentes de santidad, si podemos juzgar a los santos por sus confesiones y autoexámenes más secretos.

II. San Pablo habla de la ley en sus miembros como una guerra tan exitosa que incluso lo llevó a veces al cautiverio, como un prisionero de guerra. Porque el principio pecaminoso que tiene su asiento en una disposición innata hace saltos repentinos cuando un alma está desprevenida, luego salta con alguna ráfaga de pasión, y antes de que pueda reunirse para resistir, es arrastrada hacia adelante por la presión inesperada y está perdido.

Así que la ira se apodera de algunos, así que la lujuria de otros. Roguemos a Dios por un temperamento vigilante. En Cristo Jesús hay espíritu de vida. Lo que la ley nunca pudo hacer, porque era débil por la carne, Dios lo ha hecho en Cristo. El Espíritu que hemos recibido en Cristo es la verdadera respuesta a todo "¿Quién librará?" Gracias a Dios por Jesucristo nuestro Señor.

J. Oswald Dykes, El Evangelio según San Pablo, pág. 211.

Referencias: Romanos 7:18 . Revista del clérigo, vol. iv., pág. 84; W. Ground, Christian World Pulpit, vol. xiii., pág. 316; HW Beecher, Sermones, quinta serie, pág. 115. Romanos 7:19 . HW Beecher, Christian World Pulpit, vol. xviii., pág. 364.

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