UNIDAD CRISTIANA

Para que sean uno.

Juan 17:11

El deber de unidad es el deber más difícil de cumplir. Después de todas las enseñanzas de los siglos, el Padre Nuestro en texto no se ha cumplido. Las divisiones se han vuelto más profundas, más permanentes, más reales. ¿Cuál es el verdadero poder vinculante para unir a los hombres? Debe haber ...

I. Unión con Cristo — Vivir en Cristo es el comienzo y la culminación de la realización del deseo del Señor.

II. Caridad entre hombre y hombre — La caridad es el vínculo de la paz. Con un espíritu de confianza mutua, cada uno se esforzará por seguir su propia conciencia y, si llegara la causa de la separación, todavía depositará una confianza segura en la verdad y el deseo de servicio de los demás.

III. Trabajo perpetuo por la verdad — Las divisiones de la cristiandad dañan la causa cristiana. Cristo ha puesto ante esta Iglesia y nación una oportunidad especial para hacer Su voluntad. ¿Pasaremos por alto este glorioso llamado? Nuestras divisiones son el espectáculo más triste para los ángeles y para Aquel que murió para salvar a los hombres. De todas las cosas a las que aspira la Iglesia, la paz dentro de sí misma es ahora la más necesaria.

Templo del Arzobispo.

Ilustración

“De ninguna manera sorprendería o interesaría al mundo, a los forasteros, ver a todos los profesores de una fe manteniendo exactamente las mismas opiniones y adoptando exactamente las mismas definiciones y aspectos externos, viviendo juntos de manera amistosa. No tendrían excusa para la discordia. Lo que llamaría la atención de los forasteros sería el espectáculo de profesores de la misma creencia fundamental, muy diferentes en cuanto a detalles, definiciones, dogmas y métodos externos, tan unidos por la magnitud y la realidad de su creencia fundamental común que eran contentos de permitirse adorar los unos a los otros precisamente según la preferencia de cada uno, porque reconocieron bajo todo exterior una “unidad de espíritu” tan profunda, tan real, tan intensa, que trascendía todas las sectas, métodos y denominaciones humanas.

Esta sería una exhibición que interesaría y asombraría a los forasteros, y su conclusión sería que la verdad fundamental que así podría unir a aquellos ampliamente separados por distinciones de credo, método y secta, debe ser una realidad. A este tipo de unidad, sin duda, se refirió San Pablo cuando nos pidió "mantener la unidad del espíritu en el vínculo de la paz". El hecho es que “la Iglesia”, en su esencia, es un cuerpo espiritual e invisible, existiendo totalmente independiente de sus manifestaciones y métodos externos, que pueden ser nacionales, geográficos, casi incluso climáticos, y respecto de los cuales puede haber, y debería ser, espacio para una divergencia de opinión casi ilimitada sin ninguna ruptura de la verdadera unidad espiritual.

Si el Señor Cristo regresara visiblemente mañana, de la manera en que algunos cristianos esperan que Él regrese, y llame a Su Iglesia, Su Cuerpo, ¿hay alguien en su sano juicio que crea que es sólo lo particular? denominación a la que pertenece que el Señor llamaría? ¿No sería esa “gran multitud que nadie puede contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas” y sectas y épocas que están unidas por la fe en el Señor Encarnado? Y si eso fuera cierto en el evento esperado por algunos, es cierto hoy.

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