1-5 Los cristianos no debían suponer que el conocimiento religioso, o los privilegios cristianos, les daban derecho a despreciar a los amos paganos, o a desobedecer los mandatos legales, o a exponer sus faltas a los demás. Y los que gozaban del privilegio de vivir con amos creyentes, no debían negar el respeto y la reverencia debidos, porque eran iguales en cuanto a privilegios religiosos, sino que debían servir con doble diligencia y alegría, a causa de su fe en Cristo, y como partícipes de su salvación gratuita. No debemos consentir ninguna palabra como saludable, excepto las palabras de nuestro Señor Jesucristo; a éstas debemos dar un consentimiento no fingido. Por lo general, los más orgullosos son los que menos saben, porque no se conocen a sí mismos. De ahí surgen las envidias, las contiendas, los reproches, las disputas que son todo sutileza y sin solidez, entre hombres de mentes corruptas y carnales, ignorantes de la verdad y de su poder santificador, y que buscan su ventaja mundana.

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