1-6 No hay nada que se insista más en las Escrituras, que andar como corresponde a los llamados al reino y a la gloria de Cristo. Por humildad, entiéndase la humildad, que se opone al orgullo. Por mansedumbre, esa excelente disposición del alma, que hace que los hombres no quieran provocar, y no sean fácilmente provocados u ofendidos. Encontramos muchas cosas en nosotros mismos por las que difícilmente podemos perdonarnos; por lo tanto, no debemos sorprendernos si encontramos en otros aquello que nos parece difícil de perdonar. Hay un solo Cristo en el que todos los creyentes esperan, y un solo cielo que todos esperan; por lo tanto, deben tener un solo corazón. Todos tenían una misma fe, en cuanto a su objeto, Autor, naturaleza y poder. Todos creían lo mismo en cuanto a las grandes verdades de la religión; todos habían sido admitidos en la iglesia por un solo bautismo, con agua, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, como señal de regeneración. En todos los creyentes habita Dios Padre, como en su santo templo, por su Espíritu y gracia especial.

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