16,17 En estos versículos, el apóstol abre el diseño de toda la epístola, en la cual presenta una acusación de pecado contra toda carne; declara el único método de liberación de la condenación, por fe en la misericordia de Dios, a través de Jesucristo; y luego construye sobre ella pureza de corazón, obediencia agradecida y deseos fervientes de mejorar en todas esas gracias y temperamentos cristianos, que nada más que una fe viva en Cristo puede producir. Dios es un Dios justo y santo, y somos pecadores culpables. Es necesario que tengamos una justicia para aparecer ante él: existe tal justicia traída por el Mesías y dada a conocer en el evangelio; un método gracioso de aceptación, a pesar de la culpa de nuestros pecados. Es la justicia de Cristo, quien es Dios, que viene de una satisfacción de valor infinito. La fe lo es todo, tanto en el comienzo como en el progreso de la vida cristiana. No es de la fe a las obras, como si la fe nos pusiera en un estado justificado, y luego las obras nos mantuvieran en él; sino que es todo de fe en fe; es la fe presionando hacia adelante y obteniendo la victoria sobre la incredulidad.

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