En este versículo tenemos un ejemplo notable, no tanto de los afectos transitorios de dolor, deseo o alegría santos, sino de esa ternura permanente, ese temperamento amoroso, que es tan evidente en todos los escritos de San Pablo, hacia aquellos a quienes él describe. sus hijos en la fe. Esto debe observarse con más cuidado, porque las pasiones que se ejercitan ocasionalmente y fluyen como un torrente, en el apóstol, son observables para todo lector; mientras que requiere una mayor atención para discernir esos temperamentos tranquilos, esa postura fija de su alma, de donde sólo brotan los otros, y que distinguen más peculiarmente su carácter.

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