Porque Dios ha resplandecido en nuestros corazones, los corazones de todos aquellos a quienes el dios de este mundo ya no ciega. Dios que es él mismo nuestra luz; no solo el autor de la luz, sino también su fuente. Para iluminarnos con el conocimiento de la gloria de Dios, de su glorioso amor y de su gloriosa imagen. En el rostro de Jesucristo, que refleja su gloria de una manera diferente a como lo hizo el rostro de Moisés.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad