Pero nosotros, no solo los apóstoles, sino todos los verdaderos creyentes. Ten este tesoro: de luz divina, amor, gloria. En vasijas de barro - En cuerpos frágiles, débiles y moribundos. Él procede a mostrar que las aflicciones, sí, la muerte misma, están tan lejos de obstaculizar la ministración del Espíritu, que la promueven aún más, afilan a los ministros y aumentan el fruto. Que la excelencia del poder, que obra estos en nosotros, puede parecer innegablemente de Dios.

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