(4) Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, (5) para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros.

(4) Quita piedra de tropiezo, que oscureció a algunos, el resplandor del ministerio del Evangelio, es decir, porque los apóstoles eran los más miserables de todos los hombres. Pablo responde que él y sus asociados son, por así decirlo, vasos de barro, pero sin embargo, hay en ellos un tesoro precioso. (5) Aporta maravillosas razones por las que el Señor aflige tanto a sus principales siervos, hasta el fin, dice, para que todos puedan percibir que no se apoyan en el poder de ningún hombre, sino en el poder singular de Dios, en el sentido de que muere mil veces, pero nunca muere.

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