Lleva mi yugo sobre ti, cree en mí: recíbeme como tu profeta, sacerdote y rey. Porque yo soy manso y humilde de corazón, manso para con todos, humilde para con Dios; y hallaréis descanso; pues, el que no encuentra descanso del alma, no es manso y humilde. La culpa no está en el yugo de Cristo, sino en ti, que no la has cargado. Tampoco es posible que alguien esté descontento, sino por falta de mansedumbre o humildad.

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