Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo.

Cristo vino para ser el Salvador. Su misión era "salvar a su pueblo de sus pecados". Hay condenación, pero es por causa de la incredulidad. “Esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas”.

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Nuevo Testamento