Ver. 12. "Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos: porque esto es la Ley y los Profetas".

Aug.: Se nos presenta así la firmeza y la fuerza de caminar por el camino de la sabiduría en los buenos hábitos, por lo cual los hombres son llevados a la pureza y sencillez de corazón; acerca de lo cual habiendo hablado mucho tiempo, concluye así: "Todas las cosas que queráis, etc." Porque no hay hombre que quiera que otro actúe hacia él con doble corazón.

Pseudo-Chrys.: De lo contrario; Más arriba nos había mandado, para santificar nuestras oraciones, que los hombres no juzgasen a los que pecan contra ellos. Luego, rompiendo el hilo de su discurso, había introducido varios otros asuntos, por lo que ahora, cuando vuelve al mandato con el que había comenzado, dice: "Todo lo que queráis, etc.". Eso es; No sólo os mando que no juzguéis, sino que "todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, haced vosotros con ellos"; y entonces podréis orar para obtener.

Brillo. ord.: En caso contrario; El Espíritu Santo es el distribuidor de todos los bienes espirituales, para que se cumplan las obras de caridad; de donde añade: "Todas las cosas, etc.".

Cris.: De lo contrario; El Señor quiere enseñar que los hombres deben buscar la ayuda de lo alto, pero al mismo tiempo contribuir con lo que esté a su alcance; por tanto, cuando dijo: "Pedid, buscad y llamad", procede a enseñar abiertamente que los hombres deben esforzarse por sí mismos, añadiendo: "Todo lo que queráis, etc."

Aug., Serm., 61. 7: De lo contrario; El Señor había prometido que daría cosas buenas a los que le pidieran. Pero para que Él reconozca a sus peticionarios, reconozcamos también a los nuestros. Porque los que mendigan son en todo, excepto en tener bienes, iguales a aquellos a quienes mendigan. ¿Qué rostro podéis tener de pedir a vuestro Dios, cuando no reconocéis a vuestro igual? Esto está dicho en Proverbios: "El que tapa su oído al clamor del pobre, clamará y no será oído.

" [ Proverbios 21:13 ] Lo que debemos dar a nuestro prójimo cuando nos pide, para que nosotros mismos seamos oídos de Dios, podemos juzgar por lo que queremos que otros nos den; por lo tanto, Él dice: "Todas las cosas lo que queráis".

Cris.: No dice simplemente "Todas las cosas", sino "Todas las cosas", como si dijera: Si queréis ser oídos, además de las cosas que os he dicho ahora, haced esto también. Y no dijo: Todo lo que hubieras hecho por Dios por ti, hazlo por tu prójimo; para que no digas: Pero ¿cómo puedo? pero Él dice: Cualquier cosa que hubieras hecho contigo de parte de tu consiervo, hazlo también con tu prójimo.

Agosto, Serm. en Mont., ii, 22: Algunas copias latinas añaden aquí, "cosas buenas", [ed. nota: Así también S. Cipriano de Orat. (Tr. vii. 18. fin.) y el manuscrito en latín] que supongo se insertó para aclarar el sentido. Porque sucedió que uno podría desear que se cometiera algún crimen para su beneficio, y debería interpretar este lugar de tal manera que primero debería hacer lo mismo con aquel por quien quiere que se lo haga. Sería absurdo pensar que este hombre había cumplido este mandato. Sin embargo, el pensamiento es perfecto, aunque esto no se agregue.

Porque las palabras, "Todas las cosas que queráis", no deben tomarse en su significado ordinario e impreciso, sino en su sentido exacto y propio. Porque no hay voluntad sino sólo en el bien [nota de margen: pero ver Retractarse. i. 9. norte 4]; en los malvados se llama más bien deseo, y no voluntad. No es que las Escrituras siempre observen esta propiedad; pero donde hay necesidad, allí retienen la palabra adecuada para que ninguna otra necesite ser entendida.

Cipriano, Tr. vii: Dado que la Palabra de Dios, el Señor Jesucristo vino a todos los hombres, resumió todos sus mandamientos en un precepto: "Todo lo que queráis que los hombres hagan con vosotros, haced también vosotros con ellos"; y añade, "porque esto es la Ley y los Profetas".

Pseudo-Chrys.: Porque todo lo que la Ley y los Profetas contienen arriba y abajo a lo largo de todas las Escrituras, está abarcado en este único precepto compendio, como las innumerables ramas de un árbol brotan de una raíz.

Greg., Mor., x, 6: El que piensa que debe hacer a otro lo que espera que otros le hagan a él, considera en verdad cómo puede devolver las cosas buenas por malas y las mejores por buenas.

Cris.: De donde es claro lo que debemos hacer, pues en nuestros propios casos todos sabemos lo que es propio, y así no podemos refugiarnos en nuestra ignorancia.

Agosto, Serm. en Mont., ii, 22: Este precepto parece referirse al amor al prójimo, no a Dios, como en otro lugar dice, hay dos mandamientos de los que penden la Ley y los Profetas. Pero como no dice aquí, toda la Ley, como habla allí, reserva lugar para el otro mandamiento respecto al amor de Dios.

Aug., De Trin., viii, 7: De lo contrario; La Escritura no menciona el amor de Dios, donde dice: "Todas las cosas que queráis"; porque el que ama a su prójimo debe, en consecuencia, amar al Amor mismo sobre todas las cosas; pero Dios es Amor; por eso ama a Dios sobre todas las cosas.

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