Entre ellos se exhorta a los cristianos a no buscar las cosas altas de este mundo, sino a caminar como hermanos con los de bajo grado: un precepto demasiado olvidado en la asamblea de Dios para su pérdida. Si el cristiano de alto grado requiere que se le rinda honor según la carne, que se haga de buena voluntad. Dichoso el que, según el ejemplo del Rey de reyes y el precepto de nuestro apóstol, sabe caminar en compañía de los de baja condición en su jornada por el desierto. Ahora bien, el amor es el cumplimiento de la ley; porque el amor no hace mal al prójimo, y así cumple la ley.

Otro principio actúa también sobre el espíritu del cristiano. Es hora de despertar. La liberación de este presente siglo malo, que el Señor llevará a cabo por nosotros, se acerca. La noche está pasada, el día está cerca Dios sabe el momento. Las características que marcaron su acercamiento en los días del apóstol han madurado de manera muy diferente desde entonces, aunque Dios, con miras a aquellos a quienes está reuniendo, aún ahora los está restringiendo.

Caminemos, pues, como hijos del día, desechando las obras de las tinieblas. Pertenecemos al día del cual Cristo mismo será la luz. Que nuestro andar sea conforme a aquel día, revistiéndonos de Cristo mismo, y no siendo estudiosos de lo que es conforme a la voluntad y los deseos de la carne.

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