8. Tampoco cometamos fornicación Ahora habla de fornicación, respecto de la cual, como parece de relatos históricos, prevaleció un gran libertinaje entre los corintios, y podemos deduzca fácilmente de lo que precede, que aquellos que se habían profesado ser de Cristo aún no estaban completamente libres de este vicio. El castigo de este vicio también debería alarmarnos y llevarnos a tener en cuenta lo repugnantes que son las lujurias impuras para Dios, porque perecieron en un día veintitrés mil, o como dice Moisés, veinticuatro. Aunque difieren en cuanto al número, es fácil conciliarlos, ya que no es algo inusual, cuando no se pretende numerar exacta y minuciosamente cada cabeza, (546) para anotar un número que se le acerca, ya que entre los romanos hubo quienes recibieron el nombre de Centumviri, (547) (The Hundred, ) mientras que en realidad había dos por encima de los cien. Como había, por lo tanto, alrededor de veinticuatro mil que fueron derrocados por la mano del Señor, es decir, más de veintitrés, Moisés ha establecido el número sobre la marca, y Pablo, el número debajo, y de esta manera allí En realidad no hay diferencia. Este historial se registra en Números 25:9

Sin embargo, queda una dificultad aquí: por qué Pablo atribuye este castigo a la fornicación, mientras que Moisés relata que la ira de Dios se despertó contra la gente por este motivo: que se habían iniciado en los sagrados ritos de Baalpeor. (548) Pero a medida que la deserción comenzó con la fornicación, y los hijos de Israel cayeron en esa impiedad, no tanto por ser influenciados por consideraciones religiosas, (549) como atraído por la tentación de las rameras, todo lo malo que se deriva de él debe atribuirse a la fornicación. Porque Balaam había dado este consejo, que los madianitas deberían prostituir a sus hijas a los israelitas, con el fin de alejarlas de la verdadera adoración a Dios. Más aún, su ceguera excesiva, al dejarse arrastrar a la impiedad (550) por las tentaciones de las rameras, fue el castigo de la lujuria. Aprendamos, en consecuencia, que la fornicación no es un delito leve, que fue castigado en esa ocasión por Dios tan severamente y de hecho en una variedad de formas.

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