9. Tampoco tentemos a Cristo Esta parte de la exhortación se refiere a la historia que se registra en Números 21:6. Para la gente, habiéndose cansado del tiempo, comenzó a quejarse de su condición y a exponerse ante Dios: "¿Por qué nos ha engañado Dios?", Etc. Este murmullo de la gente de la que Pablo habla es tentador; y no sin una buena razón, porque tentar se opone a la paciencia. ¿Qué razón había en ese momento por qué la gente debía levantarse contra Dios, excepto esto? Que, bajo la influencia del deseo básico, (551) no podían esperar con paciencia la llegada del tiempo señalado por el Señor? Tengamos en cuenta, por lo tanto, que la fuente de ese mal contra el cual Pablo nos advierte aquí es la impaciencia, cuando deseamos ir ante Dios, y no nos rendimos a ser gobernados por Él, sino que queremos obligarlo a nuestra inclinación y leyes. Este Dios malvado castigó severamente en el pueblo israelita. Ahora él permanece siempre como él mismo: un juez justo. Por lo tanto, no lo tientemos si no tuviéramos experiencia del mismo castigo.

Este es un pasaje notable en la prueba de la eternidad de Cristo; porque el cavillo de Erasmo no tiene fuerza: “No tentemos a Cristo, como algunos de ellos tentaron a Dios; "Porque suministrar la palabra Dios es extremadamente forzado. (552) Tampoco es de extrañar que Cristo sea llamado el Líder del pueblo israelita. Porque como Dios nunca fue propicio para su pueblo, excepto a través de ese Mediador, tampoco confió ningún beneficio, excepto a través de su mano. Además, el ángel que se apareció al principio a Moisés, y que siempre estuvo presente con la gente durante su viaje, con frecuencia se llama יהוה, Jehová. (553) Consideremos entonces como un punto establecido, que ese ángel era el Hijo de Dios, y fue incluso entonces la guía de la Iglesia de la cual él fue la cabeza. En cuanto al término Cristo, por tener un significado que corresponde con su naturaleza humana, aún no era aplicable al Hijo de Dios, pero se le asigna mediante la comunicación de propiedades, como leemos en otro lugar, que

El Hijo del Hombre bajó del cielo. (Juan 3:13.)

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