14. En quien tenemos redención. Ahora procede a establecer en orden, que todas las partes de nuestra salvación están contenidas en Cristo, y que solo él debe brillar y ser visto por encima de todas las criaturas, en la medida en que es el principio y el fin de todas las cosas. En primer lugar, dice que tenemos la redención (300) y de inmediato lo explica como la remisión de los pecados; porque estas dos cosas están de acuerdo por aposición (301) Porque, sin lugar a dudas, cuando Dios remite nuestras transgresiones, nos exime de la condena a la muerte eterna. Esta es nuestra libertad, esta es nuestra gloria frente a la muerte, que nuestros pecados no nos sean imputados. Él dice que esta redención se obtuvo a través de la sangre de Cristo, porque por el sacrificio de su muerte todos los pecados del mundo han sido expiados. Tengamos en cuenta, por lo tanto, que este es el único precio de la reconciliación, y que toda la tontería de los papistas en cuanto a satisfacciones es blasfemia. (302)

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