Por tanto, si la comida escandaliza a mi hermano, no comeré carne mientras el mundo esté en pie. Dice S. Crisóstomo: " Es propio de un buen maestro enseñar tanto con el ejemplo como con el precepto. El Apóstol no matiza lo que dice añadiendo 'justamente' o 'injustamente', sino que dice absolutamente: 'Si la carne hace mi hermano para ofender.' No habla de que las ofrendas a los ídolos estén prohibidas por otras razones, pero dice que si lo que es lícito hace ofender a su hermano, se abstendrá de ello, no por uno o dos días, sino por toda su vida.

Tampoco dice: 'Para que no destruya a mi hermano', sino 'Para que no haga ofender a mi hermano'. Sería el colmo de la locura en nosotros considerar esas cosas, que son tan queridas para Cristo que Él rehusó morir por ellas, como tan inútiles que por ellas no nos abstendremos de ciertos alimentos .”

Sobre el tema de la ofensa, ver S. Basil ( Reg. Brevior. 64), donde, hacia el final, dice que la ofensa es mayor en proporción al conocimiento o rango de quien la comete; y añade que de su mano Dios demandará la sangre de aquellos pecadores que siguen su mal ejemplo.

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