No hay miedo en el amor - El amor no es un afecto que produce miedo. En el amor que tenemos por un padre, un hijo, un amigo, no hay miedo. Si un hombre tuviera un amor perfecto hacia Dios, no tendría miedo de nada, ¿por qué tendría que temer? No tendría miedo a la muerte, porque no tendría nada que temer más allá de la tumba. Es la culpa lo que hace que las personas teman lo que está por venir; pero aquel cuyos pecados son perdonados y cuyo corazón está lleno del amor de Dios, no tiene nada que temer en este mundo o en el mundo por venir. Los ángeles en el cielo, que siempre han amado a Dios y a los demás, no tienen miedo, porque no tienen nada que temer en el futuro; los redimidos en el cielo, rescatados de todo peligro y llenos del amor de Dios, no tienen nada que temer; y en la medida en que ese mismo amor opera en la tierra, libera el alma ahora de toda aprensión de lo que está por venir.

Pero el amor perfecto expulsa el miedo - Es decir, el amor que está completo o que puede ejercer su influencia adecuada sobre el alma. Hasta donde existe, su tendencia es liberar la mente de las alarmas. Si existiera en cualquier alma en un estado absolutamente perfecto, esa alma estaría completamente libre de todo temor con respecto al futuro.

Porque el miedo tiene tormento - Es una emoción dolorosa y angustiante. Así, los hombres sufren el miedo a la pobreza, a las pérdidas, al duelo, a la enfermedad, a la muerte y al futuro sufrimiento. De todas estas angustiosas aprensiones, ese amor de Dios que proporciona una evidencia de verdadera piedad nos libera.

El que teme, no se perfecciona en el amor - El sobre cuya mente persiste la aprensión de la ira futura, muestra que el amor en su alma no ha logrado su plenitud trabajo. Tal vez nunca lo hará en ninguna alma hasta que lleguemos al mundo celestial, aunque hay muchas mentes tan llenas de amor a Dios que se liberan predominantemente del miedo.

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