fue entregado por nuestras ofensas ; entregado a la muerte a causa de nuestros pecados.

Para nuestra justificación ; en lo cual está implícita la resurrección de nuestros cuerpos, y nuestra admisión, completa en alma y cuerpo, al disfrute de la vida eterna en el cielo. Tanto la muerte de Cristo como su resurrección fueron necesarias para completar la obra de nuestra redención. Pero el apóstol naturalmente atribuye a la primera la expiación del pecado; a éste, nuestra introducción, por la gracia justificadora de Dios, a una nueva vida divina en santa comunión con él.

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Antiguo Testamento