Cuando llegó el día, los magistrados o predores, aterrorizados, probablemente, por el terremoto, que se había sentido en toda la ciudad, y habiendo sido informados de la milagrosa apertura de las puertas de la prisión, que había cambiado su opinión sobre Pablo y Silas; envió a los sargentos Ραβδουχους, los portadores de varas o lictores; diciendo al carcelero; Dejad que estos hombres se vayan. ¡ Qué diferente de la acusación dada unas horas antes, y qué gran tranquilidad para la mente del carcelero! Y el guardián contó estas palabras a Pablo, que se alegró de poder soltarlos; añadiendo: Ahora pues, vete y vete en paz.No dice esto como un deseo de deshacerse de ellos, sino mostrando que tenían plena libertad para ir cuando quisieran, predicar el evangelio y cumplir con su ministerio. Pero Paul dijo Juzgando apropiado animadvertir sobre la manera en que habían sido usados; Nos han golpeado abiertamente, sin ser condenados, siendo ciudadanos romanos libres, así como a ellos mismos; y ahora nos echan en secreto sin repararnos el daño que nos han hecho.

No, en verdad, pero que vengan ellos mismos y nos saquen. Y, despidiéndonos abiertamente, demuestren a la gente que nos han encarcelado injustamente. Pablo no siempre defiende este privilegio de ser romano; pero en un país donde eran completamente extraños, tal trato, si se sufría sin animadversión, podría haberles traído la sospecha de haber sido culpables de algún crimen poco común; y así han obstaculizado el éxito del evangelio. Cuando los predores oyeron que eran romanos, tenían miedo de ser llamados a rendición de cuentas por su conducta hacia ellos, sabiendo bien que aun haber rasgado las vestiduras de un ciudadano, y mucho más haberlo azotado, sobre todo así públicamente, y sin escuchar su defensa, era un delito. lo que podría haberlos expuesto a penas muy elevadas, si el lesionado hubiera presentado una denuncia en su contra en los formularios legales. Vinieron , pues, en sus propias personas a la prisión donde estaban Pablo y Silas, y les suplicaron que no se sintieran ofendidos por el daño que les había hecho, o, como la palabra παρεκαλεσαν, que aquí se traduce suplicando , se traduce en el siguiente versículo: ellos los consolarones decir, reconociendo su inocencia y elogiando la paciencia y la fortaleza con que habían soportado el castigo que les infligieron tan precipitadamente, así como con otros discursos amables y conciliadores. Y los sacó con el más respetuoso trato; y les pidió que salieran de la ciudad con la mayor celeridad posible, para evitar cualquiera de esos tumultos populares que pudieran ser consecuencia de su permanencia más prolongada en ella.

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