verso 1 Timoteo 2:2Para los reyes... Como es una máxima positiva del cristianismo rezar por todos los gobernantes seculares, así ha sido siempre la práctica de los cristianos. Cuando San Cipriano se defendió ante el procónsul romano, dijo: Hunc (Deum) deprecamur-pro nobis et pro omnibus hominibus; et pro incolumitate ipsorum Imperatorum. "Pedimos a Dios, no sólo por nosotros, sino por toda la humanidad, y particularmente por los emperadores".

Tertuliano, en su Apología, es más particular: Oramus pro omnibus Imperatoribus, vitam illis prolixam, imperium securum, domum tutam, exercitus fortes, senatum fidelem, populum probum, orbem quietum, et quaecunque hominis et Caesaris vota sunt. Apol., cap. 30. "Rogamos por todos los emperadores, para que Dios les conceda larga vida, un gobierno seguro, una familia próspera, tropas vigorosas, un senado fiel, un pueblo obediente; para que el mundo entero esté en paz; y para que Dios conceda, tanto al César como a todo hombre, el cumplimiento de sus justos deseos."

Así Orígenes: Ευχομεθα τους βασιλεις και αρχοντας μετα της βασιλικης δυναμεως και σωφρονα τον λογισμον εχοντας εὑρεθηναι. Cont. Cels., lib. viii. "Oramos por los reyes y gobernantes, para que con su autoridad real sean encontrados poseedores de una mente sabia y prudente". De hecho, rezaban incluso por aquellos por los que eran perseguidos. Si el estado no está a salvo, el individuo no puede estarlo; la autopreservación, por lo tanto, debe llevar a los hombres a orar por el gobierno bajo el que viven. Las rebeliones e insurrecciones rara vez terminan en el bien político; e incluso cuando el gobierno es radicalmente malo, las revoluciones mismas son muy precarias y peligrosas. Los que desean tales conmociones no estarían tranquilos bajo el gobierno más suave y benévolo.

Para que podamos llevar una vida tranquila y pacífica... Así, rogamos por el gobierno para que la paz pública sea preservada. Los buenos gobernantes tienen poder para hacer mucho bien; rogamos que su autoridad sea siempre preservada y bien dirigida. Los malos gobernantes tienen poder para hacer mucho mal; rogamos que se les impida usar su poder de esta manera. De modo que, sean los gobernantes buenos o malos, la oración por ellos es el deber positivo de todos los cristianos; y la respuesta a sus oraciones, en cualquiera de las dos facilidades, será el medio para que puedan llevar una vida tranquila y pacífica en toda piedad y honestidad.
 

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