Verso Juan 21:18. Extenderás tus manos...  Wetstein observa que era costumbre en Roma poner los cuellos de los que iban a ser crucificados en un yugo, y extender sus manos y sujetarlas al extremo del mismo; y habiéndolos conducido así por la ciudad eran llevados a ser crucificados. Véase su nota sobre este lugar. Así, pues, Pedro fue ceñido, encadenado y llevado a donde no quería - no es que no quisiera morir por Cristo; pero era un hombre - no amaba la muerte; pero amaba su vida menos que a su Dios.

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