(3) Todo (b) hombre que ora o profetiza, con la cabeza cubierta, deshonra su cabeza.

(3) Con esto deduce que si los hombres oran o predican en asambleas públicas con la cabeza cubierta (lo que entonces era una señal de sujeción), se despojaban de su dignidad, en contra de la ordenanza de Dios.

(b) Parece que esta era una ley política que solo servía para la circunstancia del tiempo en que Pablo vivió, por esta razón, porque en estos nuestros días que un hombre hable con la cabeza descubierta en una asamblea es una señal de sujeción.

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