(25) Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a [su] (m) propósito son llamados.

(25) En octavo lugar, no somos afligidos, ni por casualidad ni por nuestro mal, sino por la providencia de Dios para nuestro mayor provecho: el cual, como nos eligió desde el principio, nos ha predestinado para que seamos semejantes a la imagen de su Hijo: y por tanto nos llevará a su tiempo, siendo llamados y justificados, a la gloria, por la cruz.

(l) No solo aflicciones, sino cualquier otra cosa.

(m) Él llama a ese "propósito" que Dios desde la eternidad se ha asignado a sí mismo, de acuerdo con su buena voluntad y placer.

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