REFLEXIONES

¡Lector! Usted y yo bien podemos entrar en esta bendita porción de Dios con oración. Y seguramente, bajo la enseñanza divina, lo terminaremos en alabanza. ¡Oh! ¿Quién puede contemplar a Aquel a quien Juan vio, oyó y tocó, incluso Aquel que fue desde el principio, pero con santo arrebato y deleite? ¡Oh! que el objeto por el cual Juan declaró estas cosas, sea en mi caso plenamente respondido; y para que yo pueda tener comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo.

¡Bendito Dios y Padre! concede esa luz a tus redimidos, que los capacite para caminar en tu luz; y saber, por experiencia sincera, que la sangre de Jesucristo tu Hijo nos limpia de todo pecado. ¡Y, Señor! que tu fidelidad y justicia, así como tu misericordia y gracia, sean mi consuelo eterno. Dios puede ser justo y el que justifica al que cree en Jesús. Y Dios, por amor de Cristo, limpiará a sus redimidos de toda maldad.

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