(8) Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.

¡Qué versículo tan bendito hay aquí! Parecería que apenas terminó el amado Apóstol, como en el versículo anterior, sus expresiones extasiadas, en la contemplación de la Persona de su Señor; pero Jesús apareció instantáneamente y se entregó a sí mismo con estas preciosas palabras, como confirmando todo lo que su siervo había dicho de él. Soy Alfa y Omega. Tres veces en este Capítulo, aquí, y nuevamente en Apocalipsis 1:17 ; Apocalipsis 1:17 , el Señor Jesús toma para sí estos personajes de distinción.

Y, para confirmarlo aún de manera más definitiva y completa, en el último capítulo de este libro del Apocalipsis, como para dejar la impresión con toda su fuerza en la mente de su pueblo a través de todas las edades de su Iglesia, repite esos nombres: y pone todo junto: Yo soy Alfa y Omega, el principio y el fin, el primero y el último, Apocalipsis 22:13

Ahora hagamos una pausa y consideremos estas solemnes palabras como son. Y luego decir, ¿qué puede ser más fuerte, en prueba de la eternidad y de todas las perfecciones divinas? Alpha es la primera letra del alfabeto griego y Omega la última. No hay ninguno que venga antes, ni ninguno que venga después. Ahora, estos son los caracteres distintivos de Jehová. Ninguno es antes, ninguno después. De ahí que encontremos al Señor tomando para sí estos atributos, como tantas normas de carácter, en confirmación de su Deidad.

¿Hay un Dios a mi lado? sí, no hay Dios; ¡No conozco ninguno! Y esto se dice en un momento en que el Señor había estado usando el mismo lenguaje que aquí se usa diciendo: Yo soy el primero y yo soy el último; y fuera de mí no hay Dios. Que el Lector compare las Escrituras, y debe ser inducido a ver que el idioma es uno y el mismo, y del mismo Orador Todopoderoso, Isaías 44:6 ; ver también Isaías 41:4 e Isaías 48:12 .

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