Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; (19) Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto; porque Dios les ha mostrado. (20) Porque las cosas invisibles de él desde la creación del mundo se ven claramente, siendo entendidas por las cosas que son hechas, su poder eterno y divinidad; de modo que no tienen excusa: (21) Porque, cuando conocieron a Dios, no se glorificaron como a Dios, ni fueron agradecidos; pero se volvieron vanos en su imaginación, y su necio corazón se oscureció.

(22) Profesando ser sabios, se hicieron necios, (23) Y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en una imagen semejante a la de un hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. (24) Por tanto, Dios también los entregó a la inmundicia por las concupiscencias de su corazón, para deshonrar su propio cuerpo entre ellos: (25) El cual cambió la verdad de Dios en mentira, y adoró y sirvió a la criatura más que al Creador. , quien es bendito por los siglos.

Amén. (26) Por eso Dios los entregó a pasiones viles; porque aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra natura: (27) Y también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se quemaron en sus manos. codicia el uno hacia el otro; hombres con hombres obrando lo que es indecoroso, y recibiendo en sí mismos la retribución debida por su error. (28) Y aunque no les gustaba retener a Dios en el conocimiento, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer las cosas que no son convenientes; (29) llenos de toda injusticia, fornicación, iniquidad, codicia, malicia; lleno de envidia, asesinato, debate, engaño, maldad; murmuradores, (30) murmuradores, aborrecedores de Dios, despreciativos, soberbios, fanfarrones, inventores de maldades, desobedientes a los padres, (31) sin entendimiento, quebrantadores del pacto,

Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; (19) Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto; porque Dios se lo mostró. (20) Porque las cosas invisibles de él desde la creación del mundo se ven claramente, siendo entendidas por las cosas que son hechas, su eterno poder y Divinidad; de modo que no tienen excusa: (21) Porque, cuando conocieron a Dios, no lo glorificaron como a Dios, ni fueron agradecidos; pero se volvieron vanos en su imaginación, y su necio corazón se oscureció.

(22) Profesando ser sabios, se hicieron necios, (23) Y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en una imagen semejante a la de un hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. (24) Por tanto, Dios también los entregó a la inmundicia por las concupiscencias de su corazón, para deshonrar su propio cuerpo entre ellos: (25) El cual cambió la verdad de Dios en mentira, y adoró y sirvió a la criatura más que al Creador. , quien es bendito por los siglos.

Amén. (26) Por eso Dios los entregó a pasiones viles; porque aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra natura: (27) Y también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se quemaron en sus manos. codicia el uno hacia el otro; hombres con hombres obrando lo que es indecoroso, y recibiendo en sí mismos la retribución debida por su error. (28) Y aunque no les gustaba retener a Dios en su conocimiento, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer las cosas que no convienen; (29) llenos de toda injusticia, fornicación, iniquidad, codicia, malicia; lleno de envidia, asesinato, debate, engaño, maldad; murmuradores, (30) murmuradores, aborrecedores de Dios, despreciativos, soberbios, fanfarrones, inventores de maldades, desobedientes a los padres, (31) sin entendimiento, quebrantadores del pacto,

Debo rogar al lector que me evite entrar en una explicación más allá de lo que se da aquí sobre el terrible estado de la naturaleza humana por la caída. Si bien admiro la castidad del lenguaje en los escritores sagrados, en todas las ocasiones de este tipo, cuando se les pide que esboce los horribles rasgos del retrato del hombre, desde la apostasía de Adán, en la que toda su posteridad está igualmente dibujada, contemplo bastante en la imagen de ser humillado hasta el polvo ante Dios, y el deseo de recoger del todo, sin ampliar las diversas partes de la representación, vistas más completas de la preciosidad infinita del Señor Jesucristo, por cuya vasta redención solo, su Iglesia es sacado de un estado de depravación tan espantoso.

¡Aquí, lector! si miramos lo que el Apóstol ha dibujado, y estamos convencidos bajo la enseñanza divina, que lo que ha hecho uno de la raza pecadora caída de Adán, todos son igualmente capaces de hacer, y, si no fuera por las restricciones de la gracia, fracasarían en hacerlo; así contemplada, por más humilde que sea la vista, sin embargo, bendecidamente rentable llegará a ser. Y, ¡oh! ¡para que el Señor santifique de esta manera el relato del Apóstol que aquí se da a las almas de su pueblo!

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