Hagamos al hombre a nuestra imagen. Esta imagen de Dios en el hombre, no está en el cuerpo, sino en el alma; que es una sustancia espiritual, dotada de entendimiento y libre albedrío. Dios habla aquí en plural, para insinuar la pluralidad de personas en la Deidad. (Challoner) --- Algunos de los judíos antiguos sostenían que Dios aquí se dirigía a su consejo, los Ángeles; pero ¿es probable que les comunique el título de Creador y una perfecta semejanza con él mismo? (Calmet) --- El hombre posee muchas prerrogativas sobre todas las demás criaturas de este mundo visible: su alma le otorga una especie de igualdad con los Ángeles; y aunque su cuerpo sea quitado de la tierra, como los brutos, aun aquí la hermosa construcción, la cabeza erguida y mirando hacia el cielo, etc.

hace observar a San Agustín, un aire de majestad en el cuerpo humano, que eleva al hombre por encima de todos los animales terrestres y lo acerca en cierta medida a la Divinidad. Cuando Jesús asumió nuestra naturaleza humana, podemos afirmar que nos parecemos a Dios tanto en alma como en cuerpo. Tertuliano (de Resur. 5.) dice: "Así, esa baba, vistiendo ya la imagen de Cristo, que vendría en carne, no era sólo obra de Dios, sino también prenda". (Haydock) Véase San Bernardo en el Salmo xcix. (Worthington)

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