Abraham, tu padre, se regocijó de poder ver mi día, mi entrada a este mundo, mi encarnación, mi nacimiento, mi manifestación en Israel, mi muerte y mi pasión. (San Ireneo, Orígenes, San Cirilo, etc.) --- Esperó con impaciencia la liberación del mundo entero. Lo vio y se alegró. Lo vio en espíritu, porque Dios se lo reveló. Lo vio acercarse en el nacimiento de su hijo Isaac, y en la milagrosa liberación de su amado hijo, cuando se le ordenó ofrecerlo en sacrificio al Señor.

La vivacidad de su fe lo hizo, por así decirlo, presente en el momento de mi nacimiento, aunque entonces tan lejano. (San Juan Crisóstomo, León, Teofilacto, Eutimio) --- No es improbable que este patriarca, y los demás que estaban con él, detenidos en el limbo, fueran informados de la encarnación y venida del Mesías, que llenaría ellos con una efusión de gozo inexpresable. (San Juan Crisóstomo) --- Cristo aquí nos enseña dos cosas. 1. Que fue antes de Abraham. 2. Que los judíos no eran verdaderos hijos de Abraham, que ahora lo trataban con tanta rudeza, que, incluso antes de su venida, había dado tanta alegría al patriarca. (Calmet)

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