De todas las peticiones, esta sola se repite dos veces. Dios pone nuestro juicio en nuestras propias manos, para que nadie se queje, siendo el autor de su propia sentencia. Él podría habernos perdonado nuestros pecados sin esta condición, pero consultó nuestro bien al brindarnos oportunidades de practicar diariamente las virtudes de la piedad y la apacibilidad. (San Juan Crisóstomo, hom. Xx.) --- Estas deudas significan no sólo pecados mortales sino veniales, como dice S.

Agustín enseña a menudo. Por tanto, todo hombre, sea siempre tan justo, pero porque no puede vivir sin pecado venial, salga a decir esta oración. (Cont. 2 epis. Pelag. Lib. I. Cap. 14.) --- (lib. Xxi. De civit. Dei. Cap. Xxvii.) (Bristow)

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