y estuvo allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera lo que dijo el Señor por medio del profeta, cuando dijo: De Egipto llamé a mi Hijo.

Mateo relata el cumplimiento del mandato en las mismas palabras en las que el ángel las había hablado para mostrar el espíritu obediente de José. Esa misma noche escapó silenciosamente con los que estaban a su cargo. Hizo de Egipto su hogar hasta después de la muerte de Herodes, que, según el cálculo histórico más cercano, ocurrió en el mismo año. Murió de una enfermedad peculiar y repugnante, que hizo que su carne se pudriera sobre sus huesos, convirtiéndolo en un cadáver aborrecible antes de que su alma finalmente abandonara el cuerpo.

Cabe señalar, de paso, que todos los relatos de la estancia de Cristo en Egipto, tal como se encuentran en fuentes apócrifas, son piezas totalmente fantasiosas y groseras de superstición. Pero es interesante encontrar incluso aquí un cumplimiento de la profecía del Antiguo Testamento, Oseas 11:1 . Aunque allí se hace referencia a la liberación de Israel de la servidumbre de Egipto, el Espíritu Santo aquí nos da otra explicación verdadera, mostrando que la profecía se relaciona con el niño Jesús, en Su estadía protegida y regreso seguro del país donde Sus antepasados ​​habían estado sometidos a esclavitud. ¡Note la referencia a la inspiración divina de la profecía!

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