Observando la Cena del Señor

1 Corintios 11:23

Había mucho desorden en la iglesia de Corinto, porque la fiesta de amor, que precedió a la Santa Cena, fue escenario de disturbios y convivencia, de ostentación y celos. En la fiesta de amor de la Iglesia primitiva, cada uno traía su propia provisión de alimentos, que se ponía en un acervo común y todos compartían por igual; pero en Corinto cada familia o grupo retuvo sus propias provisiones, y así se hizo una gran distinción entre ricos y pobres. Esto causó mucho ardor en el corazón y fue indigno de los cristianos.

Note que el Apóstol recibió las palabras de institución por revelación directa. La Cena del Señor está destinada no solo a conmemorar el acto supremo del Calvario, sino a capacitarnos espiritualmente para incorporar en nosotros mismos la vida y muerte de Jesús, para que podamos ser verdaderamente crucificados con Él y, no obstante, vivir. “Para conocerlo a Él y la comunión de Sus sufrimientos”. Estamos sujetos a condenación si no reconocemos el Cuerpo de Cristo, es decir, la Iglesia, cuya unidad se ve perturbada y oscurecida cuando hay disensión. Si nos juzgamos a nosotros mismos, escapamos del juicio y el castigo del Todopoderoso.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad