Anhelo de estar "en casa con el Señor"

2 Corintios 5:1

Esta vida mortal es una peregrinación, y nuestro cuerpo es una tienda, tan ligera, tan transitoria, tan fácil de desmontar; pero ¿qué importa, ya que nos espera una mansión preparada por Dios? A menudo, en este velo de carne, gemimos. Nos enjaula, nos ancla a la tierra, nos obstaculiza con sus necesidades, obstruye nuestra visión y se convierte en el medio de la tentación. ¡Qué bueno sería si nuestro cuerpo físico pudiera ser transformado repentinamente en el cuerpo etéreo glorificado que debería ser como el cuerpo resucitado de nuestro Señor! Sería dulce escapar de la llave de la muerte. Pero si no, entonces a través de la muerte llevaremos con nosotros el germen del cuerpo glorificado. Lo que será vivificado, primero morirá, pero Dios le dará un cuerpo como le plazca.

La puerta de la muerte puede parecer lúgubre por este lado, pero por el otro es de oro bruñido y se abre directamente a la cámara de presencia de Jesús. Anhelamos verlo y estar con él; y esos deseos son obra del Espíritu Santo y las primicias del cielo. Pero recuerde que justo dentro de la puerta está el tribunal de Cristo, donde Él juzgará nuestra vida y repartirá nuestra recompensa. ¡Prepárate, alma mía, para dar cuenta de tus talentos!

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