Por tanto, hermanos míos, también vosotros habéis muerto a la ley por el cuerpo de Cristo; de modo que lo se casa con otro, incluso a aquel que resucitó de los muertos, de que llevemos fruto para Dios.

Ver. 4. Que produzcamos fruto ] El ministerio de la palabra, dice uno, es el lecho nupcial; donde Dios por su Espíritu comunica a nuestras almas sus más dulces favores, y las hace concebir con los frutos de justicia para vida eterna.

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