1-4 Al demostrarse que Cristo es superior a los ángeles, se aplica esta doctrina. Nuestras mentes y memorias son como un vaso agujereado, no retienen, sin mucho cuidado, lo que se vierte en ellas. Esto procede de la corrupción de nuestra naturaleza, de las tentaciones, de los cuidados mundanos y de los placeres. Pecar contra el Evangelio es descuidar esta gran salvación; es un desprecio de la gracia salvadora de Dios en Cristo, no tomándola en cuenta, no considerando ni el valor de la gracia evangélica, ni la falta de ella, y nuestro estado deshecho sin ella. Los juicios del Señor bajo la dispensación evangélica son principalmente espirituales, pero por ello son más temibles. Aquí hay un llamado a las conciencias de los pecadores. Incluso los descuidos parciales no escaparán a las reprimendas; a menudo traen oscuridad a las almas que no arruinan finalmente. La exposición del Evangelio fue continuada y confirmada por los que oyeron a Cristo, por los evangelistas y los apóstoles, que fueron testigos de lo que Jesucristo comenzó a hacer y a enseñar; y por los dones del Espíritu Santo, calificados para la obra a la que fueron llamados. Y todo esto según la propia voluntad de Dios. Fue la voluntad de Dios que tuviéramos un fundamento seguro para nuestra fe, y una base sólida para nuestra esperanza al recibir el evangelio. Tengamos en cuenta esta cosa necesaria, y prestemos atención a las Sagradas Escrituras, escritas por aquellos que escucharon las palabras de nuestro bondadoso Señor, y fueron inspiradas por su Espíritu; entonces seremos bendecidos con la buena parte que no puede ser quitada.

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