1-3 Meditar en la palabra de Dios es hablar con nosotros mismos acerca de las grandes cosas contenidas en ella, con una aplicación cercana de la mente y la fijación del pensamiento. Debemos tener constante consideración con la palabra de Dios, como la regla de nuestras acciones, y la fuente de nuestras comodidades; y tenerlo en nuestros pensamientos noche y día. Para este propósito, no hay tiempo perdido.

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