La ley no miente contra el justo, ni lo golpea ni lo condena. Pero contra los inicuos y desobedientes: los que desprecian la autoridad del legislador violan el primer mandamiento, que es el fundamento de la ley y la base de toda obediencia. Contra los impíos y los pecadores: que quebrantan el segundo mandamiento, adoran ídolos o no adoran al Dios verdadero. Los impíos y profanos: que quebrantan el tercer mandamiento al tomar su nombre en vano.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad