Eso - La bendición. Por tanto, no es del que quiere ni del que corre; no es efecto ni de la voluntad ni de las obras del hombre, sino de la gracia y el poder de Dios. La voluntad del hombre se opone aquí a la gracia de Dios, y el correr del hombre, a la operación divina. Y esta declaración general no solo respeta a Isaac y Jacob, y a los israelitas en el tiempo de Moisés, sino también a todos los hijos espirituales de Abraham, hasta el fin del mundo.

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