Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.

Entonces, no es del que quiere (o tiene la intención interna),

Ni del que corre (hace el esfuerzo activo): véase, para ilustración de esta frase. Tanto el 'querer' como el 'correr' son indispensables para la salvación; sin embargo, la salvación no se debe a ninguno de los dos,

Pero (es puramente) de Dios que tiene misericordia. Esto se expresa sorprendentemente en Filipenses 2:12 : "Ocupaos en vuestra propia salvación con temor y temblor, porque Dios es el que por su beneplácito produce en vosotros tanto el querer como el hacer".

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