Verso 2. Amados, ahora somos hijos de Dios.

El anuncio de que tenemos el privilegio exaltado de ser hijos de Dios es seguido por un hecho aún mayor y más importante, que está relacionado con esa relación, a saber: que no se manifiesta lo que seremos. Nuestra recompensa y gloria futuras aún no se han manifestado, pero sabemos que algo grande está por venir. La revelación ya es suficiente seguridad para nosotros de que cuando el Señor venga seremos semejantes a él, tanto en el cuerpo como en el carácter moral. Lo veremos tal como es en gloria, y la imagen que él posee nos será dada por él, para que donde él esté, nosotros también estemos.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad

Antiguo Testamento