(1:6) "Gracia" habla de la provisión de Dios para nosotros tanto en el tiempo como en la eternidad. No se nos deja luchar aquí sobre la base de nuestro propio ingenio humano o recursos físicos. Tampoco nos deja a merced de nuestras propias capacidades mentales, destrezas o falta de talento. Él nos da poder para la vida con una infusión del Espíritu Santo de la vida del Hijo. Es Su vida, que ahora vivimos en anticipación de Su venida para reclamar a Su Novia.

Esa provisión incluye los medios por los cuales vivimos momento a momento y los medios por los cuales nos ocuparemos por toda la eternidad. Nuestra adopción en Su familia, al unirnos a Su Hijo, tiene el propósito expreso de mostrar "alabanza", honor debidamente demostrado, "de Su gloriosa gracia". En otras palabras, debemos ser trofeos ante toda la hueste celestial de seres angélicos, de Su amorosa provisión para Su creación, elegidos para esa posición "libremente".

No se nos exige ningún costo, ya que todo se ha puesto a disposición de "Aquel a quien Él ama", el Señor Jesucristo, en quien descansamos. Aparte de Cristo, no somos más que creación animal. En Cristo, somos levantados de entre la humanidad y apartados en ese ámbito especial de la humanidad en unión con la deidad. Para la mente no regenerada, esta es la máxima presunción. Para el espíritu regenerado en el hombre redimido, esta es la máxima gracia.

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