2. A quien ha designado, heredero, etc. Honra a Cristo con grandes elogios, para llevarnos a mostrarle reverencia; porque como el Padre le ha sometido todas las cosas, todos estamos bajo su autoridad. También insinúa que no se puede encontrar ningún bien aparte de él, ya que él es el heredero de todas las cosas. Por lo tanto, se deduce que debemos ser muy miserables y desposeídos de todas las cosas buenas, excepto que él nos suministra sus tesoros. Añade además que este honor de poseer todas las cosas pertenece por derecho al Hijo, porque por él todas las cosas han sido creadas. Al mismo tiempo, estas dos cosas (10) se atribuyen a Cristo por diferentes razones.

El mundo fue creado por él, ya que él es la sabiduría eterna de Dios, que se dice que fue el director de todas sus obras desde el principio; y por lo tanto se prueba la eternidad de Cristo, porque debe haber existido antes de que el mundo fuera creado por él. Si, por lo tanto, se informa sobre la duración de su tiempo, se descubrirá que no tiene comienzo. Tampoco es una excepción a su poder que se dice que creó el mundo, como si no lo hubiera creado él solo. Según el modo más habitual de hablar en las Escrituras, el Padre se llama el Creador; y se agrega en algunos lugares que el mundo fue creado por la sabiduría, por la palabra, por el Hijo, como si la sabiduría misma hubiera sido la creadora, [o la palabra, o el Hijo.] Pero aún así debemos observar que existe una diferencia de personas entre el Padre y el Hijo, no solo con respecto a los hombres, sino con respecto a Dios mismo. Pero la unidad de la esencia requiere que todo lo que sea peculiar de la Deidad le pertenezca al Hijo así como al Padre, y también que lo que se aplique a Dios solo le pertenezca a ambos; y, sin embargo, no hay nada en esto que impida a cada uno de sus propias propiedades peculiares.

Pero la palabra heredero se le atribuye a Cristo como se manifiesta en la carne; por haber sido hecho hombre, se vistió de nuestra naturaleza, y como tal recibió esta herencia, y para este propósito, para poder restaurarnos lo que habíamos perdido en Adán. Porque Dios había constituido al principio al hombre, como su Hijo, el heredero de todas las cosas buenas; pero a través del pecado, el primer hombre se apartó de Dios y se privó a sí mismo y a su posteridad de todas las cosas buenas, así como del favor de Dios. Por lo tanto, solo entonces comenzamos a disfrutar por derecho de las cosas buenas de Dios, cuando Cristo, el heredero universal, admite una unión consigo mismo; porque él es un heredero para que nos pueda otorgar sus riquezas. Pero el Apóstol ahora lo adorna con este título, para que sepamos que sin él estamos desprovistos de todas las cosas buenas.

Si tomas todo en el género masculino, el significado es que todos deberíamos estar sujetos a Cristo, porque el Padre nos lo ha dado. Pero prefiero leerlo en el género neutro; entonces significa que somos expulsados ​​de la posesión legítima de todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra, excepto que estemos unidos a Cristo.

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