17. Por si la ofensa de uno, etc. De nuevo se une a una explicación general, en la que se detiene aún más; porque de ninguna manera su propósito era explicar cada parte del tema, sino establecer los puntos principales. Antes había declarado que el poder de la gracia había superado al del pecado: y con esto consuela y fortalece a los fieles y, al mismo tiempo, los estimula y los alienta a meditar en la benignidad de Dios. De hecho, el diseño de una repetición tan estudiosa era: que la gracia de Dios pudiera establecerse dignamente, que los hombres pudieran ser guiados de la confianza en sí mismos a confiar en Cristo, que habiendo obtenido su gracia podrían disfrutar de plena seguridad; y por lo tanto, finalmente surge la gratitud. La suma del todo es esto: que Cristo supera a Adán; el pecado de uno es vencido por la justicia del otro; la maldición de uno es borrada por la gracia del otro; de uno, la muerte ha procedido, que es absorbida por la vida que el otro otorga.

Pero las partes de esta comparación no corresponden; en lugar de agregar, "el don de la vida reinará y florecerá más plenamente a través de la exuberancia de la gracia", dice, que "los fieles reinarán"; lo que equivale a lo mismo; porque el reinado de los fieles está en la vida, y el reinado de la vida está en los fieles.

Además, puede ser útil notar aquí la diferencia entre Cristo y Adán, que el Apóstol omitió, no porque no lo considerara importante, sino que no tenía relación con su tema actual.

La primera es que, por el pecado de Adán, no somos condenados solo por imputación, como si fuéramos castigados solo por el pecado de otro; pero sufrimos su castigo, porque nosotros también somos culpables; porque como nuestra naturaleza está viciada en él, Dios considera que ha cometido pecado. Pero a través de la justicia de Cristo somos restaurados de una manera diferente a la salvación; porque no se dice que es aceptado por nosotros, porque está en nosotros, sino porque poseemos a Cristo mismo con todas sus bendiciones, como nos las ha dado a través de la generosa bondad del Padre. Por lo tanto, el don de justicia no es una cualidad con la que Dios nos dota, como algunos lo explican absurdamente, sino una imputación gratuita de justicia; porque el apóstol declara claramente lo que entendió por la palabra gracia. La otra diferencia es que el beneficio de Cristo no llega a todos los hombres, mientras que Adán ha involucrado a toda su raza en la condenación; y la razón de esto es realmente evidente; porque la maldición que derivamos de Adán nos la transmite la naturaleza, no es de extrañar que incluya a toda la masa; pero para que podamos llegar a una participación de la gracia de Cristo, debemos ser injertados en capricho por la fe. Por lo tanto, para participar de la miserable herencia del pecado, es suficiente para ti ser hombre, ya que habita en carne y hueso; pero para disfrutar la justicia de Cristo es necesario que seas creyente; porque una participación de él se logra solo por fe. Se le comunica a los infantes de una manera peculiar; porque tienen por pacto el derecho de adopción, por el cual pasan a una participación de Cristo. (172) De los hijos de los piadosos que hablo, a quienes se dirige la promesa de gracia; para otros de ninguna manera están exentos del lote común.

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