19. Esto no es una tautología, sino una explicación necesaria del verso anterior. Porque él muestra que somos culpables por la ofensa de un hombre, de tal manera que no seamos inocentes. Él había dicho antes, que estamos condenados; pero que nadie podría reclamar por sí mismo inocencia, también se unió, que todos están condenados porque es un pecador. Y luego, cuando declara que somos justos por medio de la obediencia a Cristo, concluimos que Cristo, al satisfacer al Padre, ha provisto una justicia para nosotros. Luego se deduce que la justicia está en Cristo, y que debe ser recibida por nosotros como lo que le pertenece peculiarmente. Al mismo tiempo, muestra qué tipo de justicia es, llamándola obediencia. Y aquí observemos especialmente lo que debemos traer a la presencia de Dios, si buscamos ser justificados por las obras, incluso por la obediencia a la ley, no a esta o aquella parte, sino en todos los aspectos perfectos; porque cuando un hombre justo cae, toda su justicia anterior no será recordada. Por lo tanto, también podemos aprender, cuán falsos son los esquemas que toman para pacificar a Dios, quienes por sí mismos idean lo que le impiden. Porque entonces solo lo adoramos de verdad cuando seguimos lo que nos ha mandado, y rendimos obediencia a su palabra. Lejos, entonces, con aquellos que reclaman con confianza la justicia de las obras, que no pueden existir de otra manera que cuando hay una observancia plena y completa de la ley; y es seguro que esto no se encuentra en ninguna parte. También aprendemos que son tontamente locos que se jactan ante Dios de las obras inventadas por ellos mismos, que él considera las cosas más sucias; porque la obediencia es mejor que los sacrificios.

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