No ponga las manos de repente sobre ningún hombre - Algunos han entendido esto de poner las manos para curar a los enfermos (Koppe); otros de la imposición de manos para absolver a los penitentes, pero el significado obvio es referirlo a la ordenación. Era habitual poner las manos sobre las cabezas de aquellos que fueron ordenados a un oficio sagrado o designados para realizar un deber importante; notas, 1 Timoteo 4:14; compare Hechos 6:6; Hechos 8:17. La idea aquí es que Timothy no debe apresurarse en un acto tan importante como el de presentar a las personas al ministerio. Debería tomarse el tiempo para darles un juicio justo de su piedad; él debería tener evidencia satisfactoria de sus calificaciones. No debe presentar de inmediato a un hombre en el ministerio porque dio pruebas de piedad, o porque ardió con un celo ardiente, o porque se creía calificado para el trabajo. De esto se desprende que el apóstol consideraba que Timoteo tenía derecho a ordenar el ministerio; pero no es que fuera a ordenarse solo, o como prelado. La orden judicial sería completamente apropiada en el supuesto de que otros se asociaran con él en el acto de ordenar. Es justo como un padre presbiteriano en el ministerio le daría un cargo a su hijo ahora; de hecho, es solo el cargo que ahora dan los presbiterianos y los congregacionalistas a aquellos que son apartados para el oficio sagrado, en referencia a la ordenación de otros.

Ni participe de los pecados de otros hombres - Evidentemente, esto debe interpretarse en relación con el mandato de "no poner las manos de repente sobre ningún hombre". El significado, en relación con esto, es que Timothy no debía participar en los pecados de otro al presentarle el oficio sagrado. No debía invertir uno con un oficio sagrado que fuera un hombre malvado o un hereje, ya que esto sería para sancionar su maldad y error. Si ordenamos a un hombre a la oficina del ministerio que se sabe que vive en pecado, o que valoramos errores peligrosos, nos convertimos en los patrones del pecado y de la herejía. Le prestamos la sanción de nuestra aprobación; y darle cualquier moneda que pueda adquirir de la reputación que tengamos, o que pueda adquirir de la influencia del oficio sagrado del ministerio. De ahí la importancia de la precaución al invertir a cualquiera con la oficina ministerial. Pero aunque Pablo quiso decir, sin duda, que esto debería aplicarse particularmente a la ordenación al ministerio, le ha dado un carácter general. De ninguna manera debemos participar en los pecados de otras personas. No debemos comprometernos con ellos para hacer el mal; no debemos patrocinarlos en un negocio perverso; no debemos ser conocidos como sus compañeros o amigos; y no debemos participar de sus ganancias ilegales. No debemos prestar dinero, o un bote, o un caballo, o una pistola, o un cuchillo de caza, para un negocio ilegal; no debemos proporcionar capital para la trata de esclavos, ni para fabricar bebidas embriagantes, ni para una empresa que contemple la violación del sábado.

Manténgase puro - Particularmente, con respecto a la participación en los pecados de otros; en general, en todas las cosas: en el corazón, en la palabra, en la conducta.

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