los cuales, conociendo la ordenanza de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también consienten con los que las practican. [No todos eran culpables de todos estos pecados, pero cada uno era culpable de algunos de ellos. Aunque muchos de estos males todavía existen en tierras cristianas, lo hacen a pesar del cristianismo; pero luego existieron a causa de la idolatría. Lard observa que los gentiles, comenzando con el conocimiento de Dios, descendieron a la necedad de la idolatría.

En este punto Dios los abandonó, y luego comenzaron su segundo descenso, y continuaron hasta que llegaron a la base misma de la degradación moral, como se indica en los detalles dados anteriormente. Los gentiles tenían tradiciones y leyes, fundadas en revelaciones originales, declarando estas cosas pecaminosas; y, aunque sabían que la muerte resultaba del pecado, no sólo desafiaron a Dios y persistieron en sus pecados, sino que incluso fallaron en condenarlos en otros; sí, se animaban unos a otros a cometerlos.

Tal, entonces, era el estado de desamparo y desesperanza de los gentiles. Cuando fueron justamente condenados a muerte por su injusticia, Dios reveló en su evangelio una justicia para vida a fin de que pudieran ser salvos.]

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