Hablo a la manera de los hombres, lo ilustraré con un ejemplo familiar, tomado de la práctica de los hombres: o, arguyo sobre los principios de la equidad común, de acuerdo con lo que es la regla permitida de todos los pactos humanos: aunque no sea más que una el pacto del hombre Es decir, el pacto del hombre con su prójimo; sin embargo, si se confirma legalmente, por mutuo compromiso, compromiso y sello; ningún hombre No, no el pactante mismo, a menos que ocurra algo imprevisto, que no puede ser el caso de Dios; anula lo acordado por él; o añade a la misma cualquier condición nueva, o altera los términos de la misma, sin el consentimiento de la otra parte estipulante.

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