Verso 2 Corintios 4:18Mientras no miramos las cosas que se ven... μη σκοπουντων. Mientras no apuntamos a las cosas que se ven; no las hacemos nuestro objeto; no nos esforzamos por obtenerlas; porque no son dignas de la persecución de un espíritu inmortal, porque se ven; son objetos a los que el ojo natural puede llegar; y son προσκαιρα, temporales; han de tener una corta duración, y deben tener un fin. Pero las cosas que hacemos nuestro alcance y objetivo no se ven; son espirituales, y por lo tanto invisibles al ojo del cuerpo; y además, son αιωνια, eternas: cosas que son permanentes; que no pueden tener fin; son cosas que pertenecen a Dios; la santidad, la felicidad y la comunicación y fruición sin fin de sí mismo.

Pero debemos observar que las aflicciones ligeras producen este peso de gloria mucho más excedente y eterno sólo para aquellos que no miran las cosas que se ven. Un hombre puede estar gravemente afligido y, sin embargo, tener la vista puesta en el bien temporal; de sus aflicciones no puede obtener ningún beneficio; aunque muchos piensan que su glorificación debe ser una consecuencia necesaria de sus aflicciones, y de ahí que no pocas veces oigamos entre los pobres afligidos: "Bueno, no sufriremos tanto aquí como en el otro mundo también." Las aflicciones pueden ser medios para prepararnos para la gloria, si durante ellas recibimos la gracia para salvar el alma; pero las aflicciones por sí mismas no tienen ninguna tendencia espiritual ni salvadora; por el contrario, agrian la mente no regenerada y provocan murmuraciones contra las dispensaciones de la Divina Providencia. Por lo tanto, miremos a Dios para que sean santificadas; y cuando lo sean, entonces podremos decir exultantes: Estas ligeras aflicciones, que no son más que un momento, nos procuran un peso de gloria mucho más grande y eterno. ¡Oh mundo venidero, a cambio del presente! ¡Oh, la eternidad, a cambio de un momento! ¡Oh, comunión eterna en la santa, bendita y eterna vida de Dios, por el sacrificio de una vida pobre, miserable y corrompida aquí en la tierra! Quien no da valor a esta semilla de una bendita eternidad, no sabe lo que comprende. Lo que los ojos de la carne son capaces de percibir no es digno de un alma capaz de poseer a Dios. Nada que sea de naturaleza perecedera puede ser el principal bien de un ser que fue hecho para la eternidad -Quesnel.
 

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