Versículo 15. Y libra a los que por el temor de la muerte... Es muy probable que el apóstol tenga aquí principalmente en vista a los gentiles. Como no tenían revelación ni certeza de la inmortalidad, estaban continuamente esclavizados por el temor a la muerte. Preferían la vida en cualquier estado, con los males más graves, a la muerte, porque no tenían esperanza más allá de la tumba. Pero también es cierto que todos los hombres temen naturalmente la muerte; incluso aquellos que tienen la más plena persuasión y certeza de un estado futuro, la temen: los auténticos cristianos, que saben que, si la casa terrenal de su tabernáculo se disolviera, tienen una casa no hecha por manos, un edificio construido por Dios, eterno en los cielos, sólo que no la temen. En la seguridad que tienen del amor de Dios, el miedo a la muerte es eliminado; y por la purificación de sus corazones a través de la fe, el aguijón de la muerte es extraído. Las personas que no conocen a Dios están en continuo tormento por el miedo a la muerte, y temen la muerte porque temen algo más allá de la muerte. Son conscientes para sí mismos de que son malvados, y tienen miedo de Dios, y están aterrorizados ante el pensamiento de la eternidad. Estos temores impiden que miles de criaturas pecadoras y miserables se precipiten hacia el mundo desconocido. Esto lo expresa finamente el poeta: -

"Morir, dormir...

No más:--y, por un sueño, decir que terminamos

El dolor del corazón, y los mil choques naturales

Que la carne es heredera, es una consumación

Que se desea con devoción. Morir, dormir...

Dormir... por casualidad soñar... ahí está el problema;

Porque en ese sueño de la muerte qué sueños pueden venir,

Cuando hayamos abandonado este rollo mortal,

debe hacernos reflexionar: ahí está el respeto

Que hace que la calamidad de tan larga vida:

Pues quién podría soportar los latigazos y desprecios del tiempo,

El agravio del opresor, el desprecio del orgulloso,

los dolores del amor despreciado, el retraso de la ley,

La insolencia del cargo, y los desprecios

Que el paciente mérito del indigno toma,

Cuando él mismo podría hacer su quietud

¿Con un simple punzón? ¿Quién soportaría los fardels

Para gruñir y sudar bajo una vida cansada;

Pero que el temor de algo después de la muerte,--

El país sin descubrir de cuyo refugio

Ningún viajero regresa, desconcierta la voluntad;

Y nos hace soportar mejor los males que tenemos,

en lugar de volar hacia otros que no conocemos.

Así la conciencia nos hace cobardes a todos;

Y así el tono nativo de la resolución

Se enferma con el tono pálido del pensamiento;

Y las empresas de gran importancia y momento,

Con esta consideración, sus corrientes se desvían

Y pierden el nombre de acción".


Doy esta larga cita de un poeta que conocía bien todos los trabajos del corazón humano; y que no podría haber descrito tan bien las escenas de angustia y de angustia de la mente, si no hubiera pasado por ellas.

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